Tiempo de perdón y
reconciliación.
Por P. Guillermo Siles Paz,
OMI
El perdón es una actitud tan
importante para nuestras vidas pero muchas veces pensamos que es un acto
estrictamente religioso, es decir que quien peca o si ha cometido un error debe
pedir perdón. Esta realidad es cierta,
pero el perdón no necesariamente es algo que está relacionado exactamente con
el pecado, sino con otras actitudes que nosotros hemos vivido o fuimos
afectados. Por eso debe ser algo necesario de pensarlo. El perdón que es y
donde nos lleva. Tal vez sencillamente es, que todo perdón nos lleva a una
reconciliación, sea con nosotros mismo o con el hermano. Porque el que perdona se reconcilia.
Todos nosotros necesitamos del perdón y para eso
debemos de dejarnos llevar hacia lo que definimos como una sanación, una
curación o algo que repare el daño producido.
Muchas veces nosotros hemos sufrido algunos daños,
agresiones y traumas, pero lamentablemente no nos damos cuenta, solo lo
llevamos y cargamos con esa realidad en nuestras vidas.
Por esta mirada el perdón puede ser un camino que nos
lleve a la reconciliación con nuestro pasado, para abrirse a la experiencia
actual a vivir nuestra propia realidad.
Será necesario por lo tanto entender, que para
aprender a vivir, aquí y ahora, es fundamental atribuirle al pasado un correcto
valor y significado. Porque todo lo que vivimos se queda y a veces no quiere
salir. Esta ahí como una herida, a veces
activa, que cuando se lo toca, duele.
Muchas veces somos injustos con nosotros mismos,
porque tenemos algunas realidades y experiencias internas, necesitadas de perdón
y no lo hacemos. Arrastramos nuestras heridas y daños, que otros nos lo
hicieron, o nosotros lo hicimos a otros. Ahí yo tengo que actuar, ahí debo de
perdonarme yo. Es decir, es necesario de perdonarse así mismo por las
incapacidades, las omisiones, las dificultades no asumidas adecuadamente, la
falta de control de las emociones o por las situaciones particulares vividas, o
la pobre valoración de las dinámicas de relación que tenemos y que han
prejuzgado la serenidad. Ahí es indispensable perdonarse, así mismos, para
restablecer el contacto consigo mismo.
Nadie es perfecto, y para entender cuáles son nuestras
lagunas, es necesario tener humildad para aceptar con dignidad nuestros límites.
Por eso el perdón es entendido como revisión
autocritica, es decir mirar críticamente nuestras vidas, es mirarnos adentro
para poder avanzar y caminar. Es ser introspectivo, reflexionarse, pensarse en
uno mismo. Pero no desde una mirada negativa, de la propia vida, sino afectiva
y curativa. En si es mirarse con misericordia, con respeto pero queriendo
curarse.
El ser humano es integro, pero tiene dimensiones al
momento de pensarse así mismo. Tal vez podemos pensar, qué clase de perdón existe,
y la primera idea podríamos decirnos que hay varias una individual y única; y la
otra, una acción hacia otra persona.
Podríamos decir que la primera dimensión es uno mismo,
nuestra interioridad, la Intimidad. Podría decirse nuestro ser profundo. Aquí el otro, la otra persona, no tiene nada
que ver, no tiene que intervenir, sino simplemente yo. Porque yo necesito de
sanarme, de perdonarme, de mirar mis heridas y mis dolores. Por eso se excluye completamente al otro, en
este proceso de curación interior.
La segunda dimensión es, ya con el otro, es el perdón
que quiero ejercer por el daño que yo le hice. Es mi yo que se va a relacionar
con el otro, a quien quiero perdonarle, porque me hizo algo. Es decir, aquí el
perdón es realizado con la persona que ha provocado la incomprensión, el dolor
y la humillación, el sufrimiento.
Nada en nuestra vida es mecánico. Nuestra vida no es como
conducir un coche, que tienen una caja mecánica o automática, sino que todo es
un proceso, unas veces tarda más en una exigencia y otras veces me salto para
lograr mi objetivo, que es el perdón.
Sin embargo son necesarios de tomarlos en cuenta. Lo
primero, es que debemos de superar el pasado. Aquella realidad que siempre me
ha arrastrado, que me ha perseguido que lo tengo en mi mente. Debo poco a poco
liberarme. Eso es superar toda esa historia de dolor.
Muchas veces frente a la persona que me ha hecho algo,
yo siento un rencor, una rabia, pues eso es exactamente lo que no debo hacer,
sino debo de liberarme de las emociones negativas. Porque si no, no se avanza,
no se mira el camino a seguir.
Si es parte de un proceso, yo debo ser muy cuidadoso
para soltar, desatar poco a poco los nudos, los sentimientos que impiden una
nueva relación afectiva con el otro. Porque
muchas veces hay ataduras, que nos va impedir avanzar. Esos nudos yo los debo
hacer desaparecer, esas broncas, esos recuerdos, prejuicios, etc.
Con esa situación yo me quedo confrontado conmigo
mismo y debo de sentirme necesitado de mirar la integridad de la persona
humana, es como volver a restablecer esa confianza en lo humano.
Si logro estos pasos seguros que sentiré algún cambio
en mis relaciones, sentiré que no tengo esa tensión o ese problema que me
impide perdonar. Eso se llama ya restablecimiento de nosotros, es como volver a
sentir un equilibrio psicológico. Ya no estoy como tenso para relacionarme, ahí
está ya amortiguado para perdonar y reconciliarse.
Por eso el perdón nos llevara a la reconciliación,
hasta parece como un mecanismo que nos reestablece las relaciones con el otro,
pero fundamentalmente con nosotros mismos.
El perdón es como una técnica para aprender a ser más
seguros. Nos da tranquilidad para caminar hacia el encuentro con el otro. Nos
hace más sencillos para vivir cada día.
Sabemos que las personas que no están valorados así
mismo, o cuando su estima esta baja, buscan culpables. Muchas veces las
personas con pequeños complejos y limitaciones sienten, que la culpa la tienen
los otros y no es así. Culpar a los otros de mis frustraciones siempre me hará
sentir menos, y debemos de liberarnos también de esta realidad. Aquí tengo que
ejercer algo fundamental, valorarme yo, como soy, con todas mis dimensiones,
mirarme positivamente, desde todos los ámbitos de la vida. Podríamos decir que es el momento de sentir
la necesidad, de amarnos a nosotros mismos. Amate a ti mismo.
Perdonarse así mismo, o a los otros, no es un acto de
debilidad, es más bien una valiente asimilación de las propias
responsabilidades, una demostración de la voluntad férrea de ser nuevo y
distinto a la vez.
El que perdona, es a menudo más fuerte, ante el que le
hace daño o le tiene hostigado, porque tiende a superar lo sucedido,
liberándose de las vicisitudes que han influido negativamente en su vida. Es,
hasta cierto punto, que el perdonar te libera, te da fuerza para encontrar en
el otro, una novedad y una capacidad de mirar con misericordia o empatía al
otro.
La falta de armonía se constituye en un camino de
incomprensiones, con frecuencia provocada por el egoísmo de una de las partes
Si perduran en el tiempo ofensas, humillaciones
verbales, ataques personales, ironías, maltratos, negaciones. No podremos dar
pasos a un encuentro con el otro. Ni
estaremos tranquilos en nuestro vivir.
El proceso del perdón, implica una plena conciencia de
los dinamismos internos y de la justa valoración de los efectos, que provienen
de afuera.
El proceso del perdón implica una revisión de la
experiencia personal y la comprensión de los dinamismos, que han movido a los
otros a actuar. Perdonar ayuda a centrarse en sí mismo y a tener confianza en
el propio actuar.
Perdonar significa reconocer los propios límites, aceptar
algunas equivocaciones, tanto a nosotros, como a los demás. La acción nuestra será reconciliarnos con las
omisiones, fallas o equivocaciones, sirve para aprender del error, ayuda a
restaura la paz interior,
El perdón es un camino maravilloso para recomponer la
ruptura en nosotros y restaurar una situación dolorosa. Por lo tanto, perdonar
ayuda a controlar las emociones negativas que sacuden nuestra serenidad e
impiden un adecuado análisis de las situaciones.