Jesús ingreso triunfalmente a Jerusalén. La multitud le aclama y la palabra que sobresale es ¡Hosanna el hijo de David!. En medio de palmas es vitoreado, es recibido y muy aceptado. Parece que será proclamado como el liberador de Israel. Porque el pueblo había sido testigo de cómo Jesús tenía una mirada sobre la ley, el templo y la mirada de Dios. Su experiencia en medio de ellos, había marcado. Como dicen. Alguien ahora puede sacar la cara por nosotros, frente a una realidad existe.
Jerusalén es
la ciudad que tiene todo lo grande es el mayor santuario, el lugar sagrado, y
donde se celebrarán las grandes fiestas. Jerusalén es el centro religioso más
importante para Israel. Ahí, se posesiona Jesús, se presenta, no como le
esperaban, sino como un judío cualquiera que va a celebrar la pascua.
El se encuentra con esta realidad, pero no intuye que va como cordero al matadero. A experimentar el rechazo y la agonía, que le llevaría hasta la muerte.
Será Jesús
quien en carne propia experimente, las injusticias, los insultos, la misma
violencia.
Ahí, Jesús vivirá su propia experiencia de Dios, sumido a su obediencia y a la entrega total. Jesús al llegar a Jerusalén, llega para cumplir en cierta forma, lo que habían dicho los profetas. “bendito el que bien en nombre re del Señor, hosanna en la alturas”.
Hoy esta celebración, muy comúnmente llamada “domingo de Ramos, es simplemente la fiesta de toda la experiencia de Dios. De ver como Jesús, se presenta como nuestro liberador, nuestro Señor, pero que da su vida para gloria nuestra.
Es una invitación para que esta semana te introduzcas a vivir la experiencia de Dios en tu vida. De cómo Jesús marcará en ti. Debes dejar guiar por todos los símbolos que te ofrece esta semana santa. Dios te acompañe.